El Mundo de la Energía
Viernes 19 Abril 2024 01:43:15 AM

“La chatarra se ha vuelto fundamental para describir el actual modelo económico venezolano”

El foro contó con el apoyo del IESA. Cortesía @miguelsantos12

El agotamiento del modelo petrolero de Venezuela y los cambios que se están generando quedaron planteados en el foro que se realizó a propósito de la presentación del libro “Petróleo y extractivismo en Venezuela: propiedad, diversificación y Estado", publicado por AB Ediciones, de la Universidad Católica Andrés Bello.
“La caída de la industria petrolera y la explicación de por qué se produce un crack en esta actividad nos lleva a un rentismo que tratamos de expresar con la palabra extractivismo porque el modelo petrolero al haberse agotado se traspasó a uno fundamentalmente minero y en general toda la sociedad venezolana se ha vuelto extractivista para extraer lo poco que ha quedado del siglo XX y el tema de la chatarra se ha vuelto fundamental para la descripción del modelo económico y social venezolano y lograr un mecanismo de supervivencia”, dijo el politólgo y sacerdote Peraza durante la presentación del texto.
“Este modelo extractivista es la peor degradación de ese modelo petrolero porque la riqueza no se produce en virtud de la transformación, del trabajo, la tecnología y el desarrollo de competencias sino que está vinculada a unos determinados bienes como el oro u otro producto en condiciones de explotación humana, que terminan siendo esclavistas”, agregó.
Christi Rangel, profesora de la Universidad de Los Andes, señala que el texto explica en buena medida más de la mitad de la historia de Venezuela desde hace cien años y la realidad que vivimos hoy en día.
En el capítulo “Petroestados, extractivismo y la tercera y cuarta revolución industrial”, escrito por Luis Xavier Grisanti, se describen los problemas que aquejan a los petroestados.
Grisanti se basa en los aportes de Terry Lynn, quien utiliza los términos de Estado rentista y buscadores de renta para explicar los incentivos perversos que surgen de este modelo y que conllevan al despilfarro de recursos.
En ese capítulo del libro, también se consideran los aportes del economista merideño Alberto Adriani, quien fue precursor del término “la enfermedad holandesa”, problema que se utiliza para explicar lo ocurrido en Venezuela y que Grisanti ilustra con datos de tres expansiones petroleras y sus consecuencias económicas.
Adriani señala que la apreciación del tipo de cambio del bolívar como consecuencia de los elevados ingresos de divisas petroleras, daría lugar al estancamiento o posible retroceso de las actividades económicas de bienes transables como la agricultura, la agroindustria, y la naciente (en aquel entonces) actividad industrial.
Rangel por su parte abordó lo que en la literatura económica se llama “enfermedad holandesa”, la cual se define como el fenómeno conforme al cual una economía percibe un influjo extraordinario de divisas por la exportación de un bien transable, generalmente un recurso natural, que genera una apreciación de la moneda local que abarata las importaciones de bienes y servicios, lo que provoca el desplazamiento de la producción local a favor de las importaciones.
Por su parte, Grisanti comenta que el problema de la maldición de los recursos hirió de muerte la institucionalidad democrática que comenzó a gestarse en el gobierno de López Contreras.
Para ahondar en los incentivos perversos de los petroestados, Christi Rangel hizo referencia a una explicación del profesor Carlos Domingo de la Universidad de Los Andes en un trabajo publicado en 2005.
Domingo caracterizó al sistema político venezolano como un “rentismo distribucionista”, el cual dio un extraordinario poder al Ejecutivo nacional. Este sistema ha pasado por diversas modalidades en un siglo, según el gobierno de turno, pero con rasgos comunes. Buscaban el apoyo político usando el reparto de la renta petrolera. Formaban un aparato de distribución por vinculaciones entre funcionarios, socios, familiares, clientes políticos, militares, banqueros y empresarios protegidos, es decir, instauró un modelo clientelar y por ello, discriminatorio, señaló Rangel.
“Cada modelo, aunque haya prometido un reparto más equitativo, hizo un reparto muy desigual, produciendo enormes diferencias de ingreso y por tanto, grandes diferencias de riqueza, nivel de vida, información, oportunidades y poder”.
Cuando el sistema de reparto ha durado un tiempo, se ha transformado en un aparato de apropiación, que se apropia cada vez más y distribuye cada vez menos en su base, lo que aumenta la desigualdad, afirma Rangel.
Carlos Domingo señaló en 2005 que el aparato de reparto crece hasta absorber todos los recursos dentro de sí mismo. Esto ocurrió en Venezuela, especialmente en la industria petrolera.
Esta realidad se describe en el libro en los capítulos sobre Política petrolera y seguridad energética en Venezuela, el Plan de la Patria y la Destrucción de la industria petrolera venezolana y el mencionado “Petroestado, extractivismo y la tercera y cuarta revolución industrial”.
El sistema de reparto,  convertido en uno de apropiación, que se fue gestando a los pocos años del inicio del gobierno de Hugo Chávez, conllevó al patrón de gran corrupción, descrito por Transparencia Venezuela como políticas públicas sistemáticas y generalizadas en diversos sectores que han propiciado el robo sin precedentes del patrimonio de la República.
Otros autores como Salcedo Albarán y Garay Salamanca, ambos de origen colombiano, prueban en el libro “Superred de corrupción en Venezuela”, que se trata de una macro red de corrupción y cooptación institucional, es decir, una estructura que cumple con los criterios cuantitativos de complejidad y de magnitud para ser categorizada como macro.
“Esta macrored de corrupción es otro modo de extracción con beneficiarios exclusivos, que ha empobrecido y privado de sus derechos básicos a la mayoría de la población”, dijo Paraza.
El declive de la actividad petrolera en un Estado rentista y luego de instaurado el patrón de gran corrupción, volcó los esfuerzos al sistema basado en la extracción minera y en especial del oro.
“Los proyectos de Guayana para superar el extractivismo petrolero, sobre la base de la industria metalmecánica y del desarrollo de las empresas hidroeléctricas, no resistieron los embates de la gran corrupción”, señaló Rangel.
Sin embargo, varios capítulos del libro, hablan de salidas posibles que permitirían superar el gravísimo deterioro industrial y social.
En el libro “Por un país de propietarios, el petróleo no tiene la culpa” de Isabel Pereira y Rafael Quiñones, se señala que cuando el Poder Ejecutivo monopoliza la propiedad de las principales riquezas de la nación se convierte en amo, dueño y distribuidor, lo que da un inmenso poder para subordinar al resto de poderes, corromperse y causar desigualdad, exclusión y la lucha política polarizada.
Grisanti también hace una propuesta de fortalecimiento institucional con el respeto de los principios republicanos, efectiva separación de los poderes, la creación de un fondo de petróleo, el cumplimiento de reglas macrofiscales, y dar prioridad al fortalecimiento del sistema educativo para forjar la sociedad del conocimiento y la innovación.

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PUBLICADO: 19 de octubre de 2021
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